lunes, 23 de enero de 2012

El oscuro pasajero.

“Darkly dreaming Dexter”, 2004.
Jeff Lindsay.
Umbriel, 2005.

Dexter, una de las mejores series que actualmente se emiten en televisión, tiene su origen en el personaje creado por el novelista Jeff Lindsay y esta es la primera novela de una serie, que a día de hoy se compone de 5 libros.

Existen serias diferencias entre el Dexter televisivo y el de la novela. Si bien el fondo es el mismo y esta narración sirve de inspiración a la primera temporada, las diferencias de trama son notables y nos obliga a verlos como entes distintos, sobre todo por el retrato de los personajes secundarios y de su relación con el protagonista.
La novela, compuesta mayoritariamente por un monologo interior del propio Dexter, se sumerge en las andanzas del asesino del frió aunque su final sea distinto. Dexter es, aparentemente, un experto en análisis de sangre de la Policía de Miami, un tipo incluso algo anodino con su novia, sus donuts y sus relaciones estereotipadas. Pero dentro de el habita otra persona, el oscuro pasajero del titulo, al que cede el control cuando su hambre se hace tan fuerte que no lo puede reprimir. Y su hambre se sacia con vidas humanas, lo que llevó hace años a su padre adoptivo a buscarle una “utilidad”: Asesinar asesinos, gente que se lo merece.

Un pasajero a través de la noche en la ciudad, como Canta Iggy Pop.



(Imágenes de Berlín dividida por el muro).

Al final Dexter es un psicópata simpático, que cae bien y sus dudas y reflexiones nos suenan cercanas, muy cercanas y cuya personalidad queda perfectamente reflejada en la novela. A esto contribuye y no poco el estilo fluido y la longitud breve del relato.
Se lee bien tanto si se ha visto la serie, aunque así se pierde buena parte del misterio de la trama, como si no se ha visto.

Muy recomendable.

Valoración: Bueno.

sábado, 21 de enero de 2012

La chispa de la vida.

Dirección: Alex de la Iglesia.
Guión: Randy Feldman.
Reparto: José Mota, Salma Heyek, Santiago Segura, Blanca Portillo.
Música: Joan Valent.
Double Nickel Entertainment, 2011. España.

Me acercaba con ciertos reparos a esta película, ya que Alex siempre me ha parecido un director imaginativo pero un poco limitado técnicamente e incluso un poco chapucero en ocasiones. Por otra parte la participación de José Mota en este proyecto despierta la curiosidad de ver hasta donde puede llegar como actor, sabiendo que estamos ante un gran humorista que se sale de su elemento habitual.

Lo que no contaba era con que ambos dispusieran de un guión tan bueno como simple: El accidente de un antiguo ejecutivo en las obras del Teatro Romano de Cartagena, despliega todo el abanico de miserias de nuestro solar patrio. Ecos de “Los lunes al sol” y de “El asfalto” resuenan en sus lineas de la forma mas brutal: La destrucción de las personas, superadas por las circunstancias de un mundo feroz y que desgraciadamente tan de moda esta ahora. La indiferencia y el desprecio de la vida de los demás por parte de esa corte de triunfadores que creen cortar el bacalao y que tienen derecho a todo. El gusto de la gente por lo morboso, por el “Pan y circo” romano. La alienación, en resumen. Todo ello se dirige a un final, no por anunciado menos impactante.

Este fondo y el buen hacer de los actores, tanto principales como secundarios, salva las incoherencias de la trama y las caídas de ritmo tan usuales en las películas de Alex. No ha podido evitar tampoco los fallos tontos habituales, como la transición del día mas radiante a la noche mas profunda con una inmediatez sorprendente.

La eficacia de la tremenda historia y la fuerza dramática de los trabajos de José Mota y Salma Hayek, mantienen la atención y consiguen extraer profundas emociones del espectador. Visible y recomendable, como objeto de reflexión en los oscuros tiempos actuales.

La reseña de EuropaPress:



Valoración: Buena.

jueves, 12 de enero de 2012

La voz de los muertos.

Orson Scott Card.
“Speaker of the dead”, 1986.
Ediciones B, Col. Zeta Bolsillo, 2010.

Continuación un tanto meliflua de “El juego de Ender”, en la que el autor no parece poder substraerse a su condición de mormón practicante y deja que la religión y el humanismo cristiano e incluso panreligioso impregne todo el relato, dejando una buena idea en solo eso, sin un desarrollo creíble y coherente. Por que los personajes, de nuevo, no pueden ser menos creíbles y mas esquemáticos dentro de un trama sin misterio que se revela desde antes de la mitad de la novela.
Y no es que no se lea bien, Scott Card es un buen artesano, que llega a artista en obras como “El maestro cantor” cuando se olvida el trasfondo religioso y se centra en contar historias hermosas. No es aquí el caso ya que la falta de credibilidad de los personajes y la endeblez de la trama lastra en gran medida la obra, premio Hugo y Nebula sorprendentemente.

Parece olvidar el autor el resultado del contacto de los pueblos primitivos de la tierra con culturas mas avanzadas. Iron Maiden lo tienen mas claro.



Calificación: Regular.