Nicolái Lilin.
“Educazione siberiana”, 2009.
Ed. Salamandra, Col. Narrativas. Primera edición. 2010.
“Con estas leyendas, de pequeños aprendemos los valores que dan sentido a la vida de los criminales siberianos: Respeto, valentía, amistad, entrega.”.
Esta afirmación al principio de esta novela (presuntamente) autobiográfica e iniciatica es una autentica declaración de intenciones. Linin retrata la sociedad criminal rusa de los años 90, justo cuando comienza el fin de la era soviética, centrándose en la sociedad criminal siberiana, los Urcas.
Si “a priori” cabria esperar un sórdido relato de crímenes crueles sin fin (que lo hay también), lo que encontramos es mas bien el retrato de una sociedad con principios que se remontan directamente al neolítico, es decir una sociedad en la que la transmisión del conocimiento se hace por vía oral y vivencial y en donde el máximo valor de la jerarquía se basa en la experiencia y en la sabiduría que da el haber vivido. Y haberlo hecho rectamente, según las reglas ancestrales del grupo que desprenden una dura y rígida moralidad en la que no caben relativismos ni medias tintas.
Frente a una sociedad básicamente corrupta, en la que por ejemplo el abuso a los menores en los centros de internamiento esta brutalmente descrita, se opone una sociedad natural y solidaria que, despreciando la ostentación de bienes materiales, nos remonta al buen salvaje, al Dersu Uzala de Arséniev, a la vida en los bosques siberianos unidos estos a sus pobladores íntimamente. Pero esa sociedad de “criminales” honorables está inexorablemente condenada frente a los nuevos criminales de “cuello blanco”, que operan fuera y dentro de la ley en connivencia con el nuevo estado. Y frente a esta realidad, la educación siberiana no solo no prepara si no que deja sin herramientas para hacer frente a una sociedad, en la que la única regla es la depredación más absoluta ,tal y como finalmente entiende de la manera más dura el protagonista.
Significativo es este fragmento: “Tras escucharme atentamente, me sonrió y dijo que yo debía seguir los pasos de su hermano mayor, es decir, irme a vivir solo en los bosques, a la naturaleza, porque era demasiado humano para quedarme entre los hombres”.
Valoración: Buena.
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